Adentrarse en el mundo de las artesanías es descubrir un proceso de elaboración que incluye, entre tantas cosas, mucha dedicación, paciencia, esfuerzo, trabajo continuo y amor por ello; una vez que se tiene el resultado es identidad, es folclor, es apropiación, ya que permiten admirar el paso del tiempo y las innovaciones que este ha sufrido.
Por lo general, las personas artesanas, con el trascurrir de los años, han adquirido conocimiento acerca de la producción y han logrado diferenciarse del resto, imprimiéndole un toque personal.
Durante generaciones se han aprovechado elementos naturales, resaltando entre ellos, los estructurales, de los cuales forman parte los tejidos orgánicos de las plantas y el esqueleto; así, se clasifican en el territorio mexiquense, en trenzado de fibras semiduras y duras, respectivamente.
Actualmente existen en el Estado de México más de 35 tipos de plantas susceptibles a ser trenzadas artesanalmente y sus productos integran el patrimonio cultural.
Esta práctica es heredada y trasmitida desde hace años y conlleva desde el cultivo de plantas, extracción y hasta la confección, con todo eso, las y los artesanos realizan un sin número de piezas desde las decorativas, utilitarias, ceremoniales o de uso diario como el caso de los sombreros calentanos.
Estos sombreros son realizados con maestría en el sur del Estado de México destacando Tejupilco, Tlatlaya y Luvianos; aunque esta artesanía nació en Tlapehuala, Guerrero, la comparte con la entidad mexiquense, por ello es usado y elaborado en esta tierra.
Estos sombreros son hechos con bordado fino y a mano, teniendo un tiempo de elaboración de tres a seis meses con palma real, un dato característico es la coronilla alta y recta mientras que sus alas son anchas y curveadas hacia arriba junto a un listón negro.
Los hombres, principalmente campesinos, son los que portan este sombrero, y los hay de 30 a 40 vueltas y otros de 100 a 120 vueltas, que es el ancho de la prenda, naturalmente de ahí se fija el precio final, que puede ser de mil 500 a 15 mil pesos.
En la región de tierra caliente de la entidad, los principales productores de sombrero han innovado sus procesos productivos mejorando la calidad, acabados e incrementando las artesanías elaboradas con palma.
El sombrero calentano se hace de palma y astilla de ocote, las trenzas largas se hacen en el sombrero original de siete tantos de palma cosidos a mano con aguja y con hilo de ixtle o pita extraída del maguey.
Primero se corta la palma, sin abrir el abanico, posteriormente se corta de tres a cuatro “velas” a cada árbol, luego se pone a secar al sol, mientras la palma toma su característico color beige, una vez que la palma se torna beige está lista para “tranquearse” en manojos, después se teje y se crean cuatro cintas o trenzas, coloquialmente conocidos como “detre”, trenza de pico, de siete o ribete.
Se dice que con la palma tejida se fabrica el sombrero en crudo, ya que es la forma básica de donde se parte para fabricar el sombrero y posteriormente fabricar diferentes modelos de sombreros dándoles forma y acabados distintivos usando resina, blanqueadores y presión aplicada con calor.
El Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México (IIFAEM) invita a consumir lo hecho en la entidad a través de sus Tiendas de Artesanías “Casart” o directamente de los talleres artesanales.