El primer paso para erradicar la violencia obstétrica es identificarla, indicó la estudiante de Medicina e integrante de la Organización Estudiantil en Pro de la Salud (OEPSA) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Sofía Rivera Alcántara, quien destacó que para ello es necesario conocer la Normas Oficiales de Salud, en las que se abordan los derechos de las mujeres, las embarazadas y las infancias, que todos los profesionales de la salud deben salvaguardar.
Sofia Rivera explicó que este tipo de violencia es ejercida principalmente por médicos y personal de enfermería; sin embargo, cualquier integrante del personal del área de la salud puede ejercerla contra embarazada, durante el trabajo de parto o el puerperio.
“Esta violencia contra las mujeres y personas gestantes puede consistir en no informar correctamente sobre el cuidado del bebé, maltratarla de manera psicológica y física o bien, mediante el ejercicio de procedimientos que no son necesarios para el nacimiento del bebé, que en ocasiones pueden provocar la muerte del producto o de la madre”, abundó.
Durante los primeros meses de puerperio, señaló, la violencia obstétrica puede ser ejercida dentro del proceso de lactancia materna y sus expresiones más comunes van desde aconsejar a las madres no amamantar y sustituir la leche materna por fórmulas o suplementos, quitando a la lactancia importancia que tiene para el desarrollo inmunológico del menor.
Por otra parte, dijo, la violencia obstétrica puede consistir en tocar a la mujer sin su autorización durante la enseñanza de cómo debe amamantar. Este consentimiento también debe solicitarse cuando se examina a las mujeres que tienen mastitis, es decir, cuando se llegan a inflamar o infectar las glándulas mamarias, ya que el procedimiento requiere de ejercer presión en la mama para desinflamar; sin embargo, en algunos casos la práctica se realiza de manera agresiva o muy brusca y se llega a lastimar a las mujeres.
Consideró que estas prácticas durante el proceso de lactancia pueden influir en el binomio madre e hijo, ya que afectan de manera negativa la salud mental y física de ambos, lo que no permite su correcto desarrollo.
“Mentalmente se afecta a la madre porque se le hace creer que alguna de las funciones que ella debe cumplir no se están cubriendo, lo cual puede generar depresión postparto, que la lactancia materna ayuda a prevenir, mientras que en el bebé se puede generar desnutrición o susceptibilidad a distintas enfermedades, debido a que no se le están brindando los nutrientes necesarios, ya que la leche materna se va adaptando a las necesidades del bebé durante su crecimiento”, enfatizó.
Sofía Rivera Alcántara puntualizó que es necesario respetar la decisión de las madres a amamantar por medio del acompañamiento y la difusión de información sobre la importancia de la lactancia materna, ya que durante los últimos años se ha sustituido la leche materna por las fórmulas, principalmente porque la mayoría de las madres trabajan y no pueden ejercer su derecho a lactar dignamente.